!Los derechos sexuales y reproductivos no esperan!

Abordaje socio-teológico feminista

El pasado 28 de mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, llevamos a cabo nuestro primer Café Cómplice virtual, con Laura Fuentes Belgrave y Silvia Regina de Lima Silva como participantes, acompañadas de Xiomara Carballo como moderadora.

Este Café Cómplice tuvo como objetivo abordar el derecho a decidir y los derechos sexuales y reproductivos desde una perspectiva sociológica y de la teología feminista, por su relevancia en estos tiempos de fundamentalismo y crisis. El diálogo fue enriquecedor y reflexivo.

Sobre las Teologías Feministas, y partiendo de que estas deconstruyen las imágenes patriarcales de dios y la identidad de la mujer que surge a partir de esas imágenes, Silvia nos relata el Mito de Eva, la mujer que inaugura al ser humano y humana, que viola la ley y es conocedora del bien y del mal, que ejerció su derecho a decidir, al sacar al ser humano de un espacio-paraíso seguro, hacia la vida en libertad, todo por amor a la sabiduría. En este mito de Eva hay mucho de lo que hoy cargamos las mujeres de culpa, de pecado, de maldad, y desde las Teologías Feministas éste se quiere resignificar.

Laura nos trae un análisis sociológico y feminista sobre la consideración y percepción de los cuerpos de las mujeres, principalmente en estos tiempos de pandemia. Así, un cuerpo de una mujer embarazada no es considerado capital pandémico, capital simbólico, ya que no tiene credibilidad al no asentarse en la movilización de recursos ligados al Covid-19. Entonces, los derechos de las mujeres no son prioridad, sus cuerpos tampoco, son más bien desechables. 

Esto se vuelve muy evidente en el caso de todas aquellas personas que se perciben como mujeres, y que están, en el marco de la pandemia, con una carga de trabajo enorme. Así, se vuelve aún más necesaria la visibilización de las poblaciones más vulnerables que quedan fuera por las políticas de bio-seguridad y por la carencia de capital simbólico que les permita tener un lugar de importancia para ser tomadas en cuenta en el marco de la pandemia.

A partir de estas reflexiones surgieron preguntas clave durante la conversación:

¿De qué forma podemos contribuir al cumplimiento de los derechos sexuales y derechos reproductivos desde el movimiento feminista?

¿En qué parte de la escala del Estado y del poder político nos encontramos las mujeres hoy? 

La pandemia visibiliza aún más las desigualdades y profundiza la feminización del cuidado. Las mujeres, especialmente aquellas en mayor situación de vulnerabilidad, están recargadas en los hogares y a nivel social. Y un grupo especialmente vulnerabilizado son las mujeres migrantes, pero también las niñas, quienes han estado más expuestas a violencia sexual.

La violencia también es pandemia.

Este contexto pandémico nos coloca en un lugar donde debemos descubrir cómo reasumir nuestras relaciones con otras personas significativas que nos importan. Imaginar cómo replantear esas relaciones, nuevas coordenadas. Ese replanteo en caso de mujeres víctimas de violencia pasa por dejar de resignificar a esas personas agresoras en sus vidas. Organizaciones de mujeres, feministas, de sociedad civil, entidades estatales deben extender sus espacios de apoyo, cuidado y atención. Es un momento para que las organizaciones de sociedad civil reaccionen y movilicen, sin perder de vista el cuidado con las medidas de bio-control, ya que las acciones autoritarias están a la orden del día.

Acá surge otro cuestionamiento: a esa referencia a la “normalidad”, “nueva normalidad”, ¿para quién? ¿para quiénes? Es tiempo de repensar las relaciones, incluyendo la relación con la naturaleza. Que sea una forma simbólica de repensarnos. Es un buen momento para pensar cómo pensamos y pensar desde dónde pensamos. Y de pensarnos con otras culturas, tradiciones religiosas, otras espiritualidades. Hay un agotamiento de los recursos y la propuesta del modelo económico que tenemos. Hay un peligro en querer regresar a la “normalidad” sin pensar en otras formas de vida, otra forma de entender cómo vivir la sexualidad, cómo ser mujer. Es un momento para apropiarnos de nuestros cuerpos, de nuestras memorias. Vamos a necesitar tiempo para cuidar nuestras heridas y cicatrices. Poder recibir la brisa suave y también los vientos fuertes de la transformación. Reconocernos como hijas del mar, hijas de los ríos, de las montañas, reconocernos entre nosotras como mujeres, como ciudadanas. Que podamos ser señoras de nosotras mismas.

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